hildeg- Artte
jueves, 10 de diciembre de 2015
martes, 8 de diciembre de 2015
Ley
de causa y efecto
Hace
varios años en un hospital muy popular nació una hermosa niña de piel blanca,
cabello rizado color negro azabache, con ojos muy vivos color café y una
hermosa sonrisa acompañada de un sensual lunar. Hija de un señor negro o más
bien moreno, el cual antes de preguntar por la salud de su hija al nacer
pregunto: ¿De qué color es? El era una persona muy arrogante, amargada e
insoportable, pero a la vez era un payaso de primera calidad, le encantaba el
bochinche, es decir, tenía doble personalidad, pero aun así supo sacar a sus
hijos adelante aunque tal vez tuvo
algunas fallas. Su madre era una talentosa mujer víctima del miedo y el pánico
escénico. Ella era capaz de elaborar con sus creativas manos todo lo que se
propusiera, pero su vida fue un sueño frustrado que intento ocultar con sus
acciones y aun así no fue suficiente porque su interior ya sabía lo que le
ocurría.
Esta
hermosa niña de sueños inspiradores tenía un hermano al cual adoraba con todas
sus fuerzas, como si fuera lo más importante de su vida, incluso más que la de
sus padres. Con este hermano compartió los mejores momentos; basados en
travesuras, peleas, inventos, juegos, sonrisas, abrazos y más. Momentos que
jamás hubiese querido que acabaran, pero tristemente así sucedió, todo se fue a
la nada de un momento a otro, su adolescencia llego y fue la peor de todo lo
existente. Su cambio fue trágico. Esos lindos momentos pasaron a ser un
calvario, las travesuras se acabaron, las peleas ya no eran reconciliadas, los
inventos alocados se desaparecieron, los juegos pasaron a ser peleas eternas,
las sonrisas se convirtieron en lágrimas que jamás secaron y los abrazos
dejaron de ser una costumbre para convertirse en una necesidad. Así toda la
vida de esta niña cambio pues empezó a ser maltratada física y psicológicamente.
Recibió insultos de gran amplitud como para querer morir. Pero sus padres ante
esta situación crítica solo le pudieron decir a la niña las palabras: “NO DIGAS
NADA” y así se acostumbró a no decir nada, solo porque creía que era lo
correcto ya que sus padres tendrían la razón.
Transcurrieron
los años y la niña jamás dijo nada, creándose así un pánico y miedo para su
vida, pues sus palabras dejaron de salir, sus sentimientos nunca más se
supieron y su dolor solo era un secreto. Poco a poco se fue desvaneciendo. Ya
sus palabras no salían sin una lagrima, hablar en público era un reto que no
lograba cumplir, expresar sus sentimientos con la voz era lo más difícil que
podía hacer y dejar de llorar, se había vuelto imposible; pero aun así, no
dejaba de soñar en silencio.
Encerrada
en su pequeña habitación se planteaba metas como si fuera una adulta, soñaba
con estudiar en París y dar a conocer su talento artístico. Le daba placer
crear cualquier cosa con sus manos y las piedras eran su adoración. Se ideaba
propuestas como promover la cultura y el arte de su pueblo e impartir todos sus
conocimientos a los niños para que así tuvieran una mejor visión del mundo y
miles de ideas, metas y sueños que jamás salieron de su mente hasta hacerse
realidad. Esta niña paso a ser adolescente y no le importo tener traumas,
problemas y un hermano tan ignorante, aun así cumplió sus metas; pues ella
creía firmemente que era un problema que solucionaría a través del tiempo y que
su hermano algún día maduraría para entenderla a pesar de que en el fondo
sentía tristeza por sus recuerdos y malos momentos vividos durante años de su
vida.
Nunca
perdió la esperanza de recuperar la amistad con su hermano y volver a ser lo
que antes fueron “hermanos”. Pero para que ocurriera eso él tuvo que pasar por
momentos difíciles.
Su
vida era una amargura, se la vivía de pelea en pelea y maltrataba a las
personas menos indicadas, que eran su familia, en especial a su hermana. En la
calle él era la máxima maravilla del mundo pero en su casa era Satanás. Al
pasar el tiempo todo eso cambio, las personas que lo tenían en un pedestal se dieron cuenta de que no era tan
maravilloso como aparentaba ser. Así la ley de causa y efecto empezó a actuar, sus negocios se fueron al suelo, los
que decían ser sus amigos se alejaron, su familia lo rechazaba y así todo le
empezó a salir mal, entró en un estado depresivo crítico, puesto que todo lo
que creía tener en la palma de su mano se le salió de control. El estrés lo
consumió y así el cáncer llego a su vida, enfermedad que no se cura con
quimioterapia ni medicina sino con amor, alegría, cariño, respeto, tolerancia,
sonrisas y muchos valores y sentimientos humanos ya que esta enfermedad es
producida por problemas personales, estrés, orgullo, odio y rencor. Pero él no
sabía que esa era la cura.
Paso
de malas a peores, solitario vivió muchos momentos encerrado en una habitación
de hospital, pues no tenía a nadie que lo acompañara más que soledad, una triste
compañera que solo lo hacía pensar en lo que algún día hizo mal para
encontrarse en terrible situación y con semejante acompañante.
Durante
sus días de cama se sometió a innumerables tratamientos que no traían ningún
buen resultado, pues su odio era demasiado grande.
Una
tarde sorprendente recibió la visita de su incomprendida hermana, hermana a la
cual le había hecho mucho daño en tiempos pasados y estaba sufriendo las
consecuencias en su terrible presente; hermana que siempre estuvo ahí a pesar
de sus insultos y maltratos, pues nunca dejo de creer en su reconciliación como
hermanos y por eso nunca lo abandono.
El
joven sorprendido al verla le pregunta ¿Qué haces aquí? Creí que me habías
olvidado ¿O acaso vienes a disfrutar de mi sufrimiento?
La hermana llena de esperanza y amor le respondió: ¡NO
HERMANO! No vine a disfrutar de tu sufrimiento, vine a demostrarte que te
acepto a pesar de tus errores, a enseñarte que el rencor y el odio no genera
nada bueno, a que entiendas que tu enfermedad es por causa del estrés que te
genero tu odio y que las personas que tu más rechazas son las que más te
quieren y sobre todas las cosas quiero que entiendas que tu familia a pesar de
la circunstancias siempre estará ahí contigo en esos momentos donde ni tú sabes
que camino elegir, por eso no debes maltratar a las personas que siempre te han
apoyado aunque tú no te des cuenta. Y finalmente vine a ayudarte a salir de ese
hueco en el que solo podrás salir llenándote de valor, eliminando el odio, el
estrés y dejando que tu corazón se nutra de felicidad y amor. Porque yo sí creo
que las enfermedades son un producto de nuestras acciones y falta de amor.
El hermano sin poder contener las lágrimas solo supo
sostener la mano de su hermana, y entonces en la habitación surgió un silencio
que expresaba todo, el silencio de la compresión y el arrepentimiento.
Fin.
Inspirado
en hechos reales.
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